miércoles, 10 de septiembre de 2014

Cuando las gafas fueron relojes

Hoy es el presente y mañana es el futuro. Y, paradójicamente, ayer, 9 de Septiembre de 2014 fue uno de esos días en los que dices: "estoy viendo el futuro". Y el futuro no son gafas no, el futuro son relojes. 



Relojes inteligentes. Y una vez más, Apple no los invento. Al igual que ya existían reproductores MP3 cuando lanzó su iPod o smartphones antes de que su buque insignia, el iPhone saliese al mercado, ya había smartwatchs antes del Apple Watch. Pero una vez más el referente de los relojes inteligentes saldrá de un taller de Cupertino. Porque puede que el Apple Watch no sea el primer reloj inteligente, pero no por eso deja de ser innovador. Porque Apple reinventa los productos. Los adapta a su visión, los simplifica, los hace útiles. Los hace tan sumamente bien, que hace olvidar todo producto anterior que tuviese un mínimo parecido a su nueva creación. Por eso el Apple Watch será recordado como el primer SmartWatch. 

Por eso y por como han conseguido crear un software y un hardware complementarios al cien por cien. Una vez más. Por eso y por como una simple corona se convierte en una innovación tecnológica que te simplifica la vida. Por eso y por como han conseguido que el uso de una pantalla táctil de apenas dos pulgadas sea simple. Por eso y por como han abierto un nuevo mercado de aplicaciones para relojes inteligentes. Por eso y por como tu reloj se convierte en un guía que te dirige hasta tu destino sin ni siquiera tener que mirar tu dispositivo. Por eso y por como te sugiere respuestas rápidas para que no tengas que utilizar en exceso el dictado de voz. Por eso y por como puedes llamar, enviar mensajes, ver fotos, escuchar música, y utilizar tus redes sociales desde tu muñeca. Por eso y por muchas cosas más, pero sobre todo, porque it just works. 

Ah, y One more thing...

Se olvidaron las gafas y aparecieron los relojes. Porque unos buscaron monopolio, y por unos me refiero a Google, y se estrellaron. No pensaron en los problemas de privacidad, ni en si todo el mundo iba a querer estar hablandole a una gafas, ni siquiera en si todo el mundo iba a querer llevar unas gafas que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. Pero desde Google nos las vendieron como el futuro y empezaron a sacar prototipos de un producto a medio hacer a precio de millón. Hablaban entusiasmados del trabajo innovador que estaban realizando, de la manera en que iban a cambiar nuestras vidas. Y escribo en pasado porque, en mi humilde opinión, las Google Glass están abogadas al fracaso.